miércoles, 12 de septiembre de 2012

La biomasa, un sector con mucho futuro

Cuando el gasóleo marca precios históricos recordamos con añoranza los tiempos en los que se utilizaban los recursos del monte para nuestro beneficio, ahora la tecnología permite un nuevo aprovechamiento.
En momentos de máximos históricos en los precios del gasóleo, si miramos alrededor nuestro evocamos los tiempos en los que la principal fuente de energía eran los productos vegetales que nos rodean en varios ámbitos: el campo, el monte, los restos que se producen en las diversas faenas del mantenimiento de los cultivos o de los montes.

Hoy día, esta tecnología se encuentra ampliamente desarrollada y consolidada, sobre todo en otros países donde ha tenido lugar un modelo de planificación energética que pasa por valorar la eficiencia, la rentabilidad y la autosuficiencia, siendo además conscientes de la importancia de evitar la contaminación que producen los combustibles fósiles en todo su ciclo de vida.

Así, en países como Italia –por nombrar un caso similar al nuestro- se consumen la mayoría de los pellets que a día de hoy se producen en España, al tiempo que se fabrican también la mayoría de marcas y modelos de estufas y calderas de biomasa que se venden en nuestro país, donde la Bioenergía crece lenta pero constantemente.

¿Qué son los pellets?
Esos pequeños cilindros del tamaño del pienso compuesto para conejos que están fabricados con restos de maderas comprimidos, los cuales sirven de combustible a los diversos modelos de estufas o calderas, tanto de uso doméstico como industrial.
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representantes locales de la provincia de Cuenca en BIOMUN, Valladolid, año 2011. Proyecto Resina y Biomasa.
    Su uso es cómodo en las instalaciones adecuadas para ello, pues no producen apenas humos al quemarse, ni olores, son limpios y suelen venderse ensacados en establecimientos cercanos: en la provincia de Cuenca disponemos de varias fábricas como la de Ribatajada, Motilla del Palancar, una en fase de construcción en Villalpardo o Landete, también la cercana fábrica albaceteña de Tarazona de la Mancha.

    Además de los pellets, es muy conveniente por su rentabilidad usar ASTILLA como combustible en las instalaciones térmicas de mayores potencias, o en las que se disponga de montes cercanos donde la materia leñosa es fácilmente disponible, como es el caso de municipios de carácter forestal, de los que la provincia de Cuenca es un buen ejemplo si la comparamos con la mayoría de provincias españolas.

    El uso de estos combustibles es posible tanto en instalaciones de tipo doméstico, estufas o calderas para calefacción, como en mayores instalaciones térmicas de empresas, de uso privado o público, con la posibilidad de llegar a formarse instalaciones comunitarias mediante REDES DE CALOR (también llamadas o conocidas como district heating), donde la eficiencia energética es máxima, así como el ahorro de costes de suministro de combustible y mantenimiento de estas instalaciones.

    En este sentido, fábrica de pellets, planta logística de biomasa o red de calor, son expresiones que deben ir asentándose en nuestra visión de todos los sistemas de  calefacción, del suministro de agua caliente sanitaria, de los depósitos y procesos que participan en la industria que necesite cualquier fuente de calor, porque la biomasa hoy día es casi el único sector que se encuentra en crecimiento.

¿Y el coste de las instalaciones?
Esta tecnología de la que hablamos es una tecnología moderna, que tiene la posibilidad de ser automática en prácticamente todos sus procesos de funcionamiento y también de mantenimiento, y con un alto rendimiento térmico, lo cual favorece el ahorro de combustible.

    Por comparar el mantenimiento anual de una instalación convencional que funciona con gasóleo o gas, frente a una instalación que consume biomasa, el coste de mantenimiento en combustible puede ser la tercera parte para toda una temporada invernal, si no tenemos en cuenta un crecimiento extraordinario de los costes del gasóleo o del gas, cosa que no es posible predecir actualmente.

    Teniendo en cuenta que las instalaciones son algo más caras en cuanto a inversión inicial, podemos considerar que en la mayoría de los casos el ahorro anual en combustible nos produce una amortización de 5 o 6 años como máximo, dependiendo de los consumos y las circunstancias de la instalación. Estas calderas pueden tener una vida útil de 20 años, por lo que hasta llegar a ellos contamos con un mantenimiento mínimo si el equipo seleccionado es el adecuado.

¿Cómo puedo informarme?
Ahora, cada vez son más los ejemplos de empresas de energías renovables que se están especializando en el sector de la biomasa, que a día de hoy se encuentra en plena expansión precisamente porque en otros países nos llevan mucha ventaja. Por tanto, no es difícil encontrar referencias cercanas en cada ciudad o municipio, pregunte a su fontanero o instalador de confianza.

    Es importante que cuando acuda a una empresa compare sus ofertas con otra similar y analice con detalle su caso, precisamente para ver si está en lo cierto, pues como decimos desde el principio estamos hablando de un sector en actual desarrollo, lo cual hace que no todas las instalaciones gocen de las certificaciones necesarias.

    El Observatorio Nacional de Calderas de Biomasa, que registra AVEBIOM, nos habla de unas 25.000 referencias de instalaciones en España en la actualidad, con un volumen de potencia instalada acumulada que se sitúa en torno a los 1.500 MW térmicos. Todavía es poco.

    En la provincia de Cuenca contamos con una superficie forestal arbolada de unas 700.000 hectáreas, de las que una buena parte puede destinarse a biomasa para suministro de instalaciones térmicas, todo depende del modelo de gestión que puede irse implantando en nuestros montes.

    También, son muchos los terrenos agrícolas en los que es posible cultivar especies adecuadas para destinar a la producción de biomasa, por poner un ejemplo solamente en la Serranía de Cuenca podríamos contar con unas 30.000 hectáreas (datos del Censo Agrario, 2009) para la implantación de cultivos agroenergéticos.

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